Ya usted está aquí, y como usted parece una persona reservada, le confiaré algo. Soy amante de un mito, de una legenda de la Historia célebre por su belleza… entre otras virtudes. A decir verdad, no fui quien tomó la iniciativa para conquistarla. Ella me sedujo. Sí, sé que usted me toma por uno de los tantos fanfarrones que llenan la Historia de indiscreciones, pero cuando sepa su nombre coincidirá conmigo. A veces me falta la voz para nombrarla como merece. Se trata de Clío, la musa de musas y de la Historia.
Ya conoce mis secretos y todavía no me he presentado. Justo cuando nací, en 1956, cerca del poblado cubano de Cueto, me nombraron Minervino Ochoa. ¡Cuántos documentos lo registran desde entonces! Es imposible quedarme fuera de la Historia.
Para llegar hasta Clío he tenido que abrirme camino. Fui un alumno mediocre en Historia durante el bachillerato. Para desdicha mía, al terminarlo solo tuve la opción de estudiar la Licenciatura en Historia en la Universidad de Oriente. Empecé desmotivado, parecía que todo terminaría en un gran fracaso. No obstante, logré asimilarlo.
Cuando obtuve el título y comencé a investigar, le tomé aprecio a la profesión. El deseo de superarme hizo presa en mí y cursé una maestría en Historia y cultura en el Instituto Superior Pedagógico de Holguín.
Entretanto, fui agente turístico, profesor de Historia en la enseñanza media y la universitaria, redactor de propaganda, promotor e investigador de la Historia en instituciones culturales, gestor de proyectos científicos, editor de libros de Historia y… olvidé lo demás.
Un buen día, el oficio mostró sus bondades y decidí dedicarme a la investigación de la Historia; a tiempo completo y por mi cuenta. Desde entonces gozo de lo lindo cuando veo publicados mis libros de Historia. Gracias a ellos, comparto con personas honestas, diligentes y talentosas como usted.
¡Su arribo a esta web es un agasajo del ambiente virtual! ¡Merece registrarse en la Historia!
Autores favoritos: Rigoberto Segreo, Alejo Carpentier
