Método

Método Funcional

, Argentina

Nos encanta ser escuchados, pero poco nos importa escuchar. ¿Por qué? Cientos pueden ser los motivos; no obstante, sin puntualizar en lo particular, me gustaría señalar dos posibilidades: 1) Por un lado, puede tratarse de que abitamos dentro del "planeta psíquico" que es nuestro cerebro, aquel en que nuestro pensar toma lugar, obviando que fuera hay infinitas "galaxias" y "universos" que convergen en un solo sentir. Recordemos que un individuo no puede cambiar la realidad, sino que es el conjunto de ellos quienes, paulatinamente, desarrollan un cambio en la concepción de la misma. Entonces, es difícil aceptarnos como comunidad, ya que repetidas veces se espera recibir crédito sin dar nada a cambio, lo cual conlleva un grave error de base. 2) Por otro lado, puede ser culpa de nuestra comprensión occidental del arte, el cual presupone trabas al momento de empatizar. Fácil es mirar un cuadro de Rembrandt, gritar «¡Oh!, claroscuro» e irse, pero poco importa captar las tecnicidades de una obra si nos olvidamos, finalmente, de sentirlas. ¡Somos escritores, carajo! Nos expresamos de formas, colores y tonalidades diversas, cada una de ellas tanto igualmente humana que la anterior. En fin, no perdamos nuestra humanidad, es lo único que nos mantiene con cable a tierra. Reventemos de alegría al recibir un nuevo lector; asimismo, saltemos cual cohete al descubrir un escritor que amplíe nuestra perspectiva. Formamos parte de una masa, no somos individuos flotando en la nada. Sentir es difícil, pero empatizar lo es aún más.