Descripción
Estimados amigos lectores, este cuento me costó mucho escribirlo. Por veinte años se mantuvo como borrador de algo que "debía" ser escrito y que nunca eliminé.Algo como esos recuerdos que consideramos de valor porque en su momento nos explotaron el asombro de crecer, por intuir trascendencia detrás de lo que meramente pasaba o como ese episodio que abre puerta a una nueva manera de entender y que nos sitúa en una nueva manera de vivir. En fin, algo que se debe sacar y extender a la luz del sol para entendernos mejor. Cuando lo creía tema olvidado, me lo encontraba merodeando por mi mente como un inasible fantasma. Cuando intentaba estructurarlo nunca lo lograba y siempre borré todo lo que escribí. Eventualmente regresaba cargado de perentoria catarsis, de exorcismo o del necesitar sacarlo para penetrar otras experiencias interiores. Y por fin aqui está. Creo que lo debo dedicar a Andrés Torres y a Sebastián Pérez que ignoro si aún viven en Ciudad Darío o en el mundo metafísico y a Lilliam Selva, testigos de estas vivencias convertidas en ficción. Espero que ellos mejor que yo, detecten los hilos de realidad que lo entretejen. Sólo Andrés y Sebastían son nombres reales, los otros son lejanas existencias desdibujadas en mi exigua capacidad de recordación. En la casa de la fotografía nació el poeta universal, Rubén Darío.
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