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¿Escribir un cuento? ¿Una novela? ¿Un poema? Cómo escoger el formato.

¿Escribir un cuento? ¿Una novela? ¿Un poema? Cómo escoger el formato.

Tenemos una idea. Vemos clarísimamente que debemos plasmarla sobre la hoja en blanco. Y surge la duda: ¿hasta dónde voy a llegar con ella? ¿Un relato? ¿Una novela corta? ¿Una novela al uso? ¿Una trilogía? La respuesta es clara: diseccionar vuestra premisa hasta ver cómo la podéis exprimir. Compartimos algunas maneras o procesos que podéis seguir para encontrar el formato ideal para vuestra historia.

 

Preguntemos a la idea

Muchas veces, la propia idea viene con el formato. A veces porque buscamos el formato en sí (novela, cuento) y pensamos ideas para ellos y, otras, porque pensamos una premisa y le otorgamos un formato sin pensar mucho en ello. Abramos la mente y evitemos decisiones automáticas que muchas veces nos llevan a caer en lugares comunes.

Preguntemos a la idea. ¿Cómo empieza? ¿Cómo acaba? ¿Qué recorrido tiene? Como ya contamos, a veces, una buena manera de empezar una novela consiste en escribir un relato corto para testear todas las decisiones narrativas que habéis tomado. Pero no subestimemos el poder de los cuentos por sí mismos. Muchas veces, un idea es enorme en un relato corto e insuficiente en una novela.

¿Qué hubiera pasado si Horacio Quiroga hubiera convertido algunos de sus potentes relatos en novelas? ¿O si lo hubiera hecho Edgar Allan Poe?

No nos olvidemos de la novela corta. A caballo entre las dos opciones mencionadas, puede ser un formato perfecto para aquellas ideas o premisas que se hallen entre dos aguas. 

 

¿Y las tramas secundarias?

Más adelante hablaremos de las tramas secundarias. Pero debéis saber que pueden ser vuestras grandes aliadas o vuestro mayor enemigo. ¿Por qué? Pues porque debemos medir muy bien qué historias incorporamos a nuestra trama principal y por qué lo hacemos.

La narrativa tiene sus normas y, sin las dominamos, podemos modificarlas a nuestro antojo. Pero, si estamos empezando, un sabio camino es seguirlas y profundizar al máximo en ellas. Sin dejar esta línea, las tramas principales deben acompañar, aportar y magnificar la trama principal de una novela. Si no es así, generan ruido. Por ello, calculemos muy bien por qué las ponemos. Quizá, si las eliminamos, nuestra novela se quede en un novela corta o nuestra novela corta en un cuento. Da igual, ofrezcamos a nuestros lectores lo mejor. La cantidad puede matar nuestra historia.

 

Empezar tu novela o cuento lo más tarde posible

Esta es una norma literaria que nos puede ayudar a quitar la paja. Muchas historias necesitan preámbulos (de calidad) que aplanan el camino para el momento o los momentos culminantes de una novela. Pero, muchas veces, cogemos senderos demasiado largos que ensucian una gran premisa.

Empezar lo más tarde posible significa quitar todas aquellas partes iniciales de la historia que, al eliminarlas, no alteran el buen entendimiento de la obra. También significa encontrar un inicio en el que, si quitamos el primer párrafo, ya no se entiende el resto de la historia; pero que, si lo mantenemos, nuestro libro o cuento tendrá sentido pleno. De esta manera nos aseguramos que nuestras obras tienen la medida exacta.

Este punto es totalmente subjetivo para cada escritor y lector y tan sólo lo ofrecemos como recurso. Al final, un gran preámbulo puede superar una gran historia.

 

Tirar hacia atrás

Y presentamos el caso contrario. A veces, tenemos un idea y no sabemos como extenderla. Sabemos que tenemos algo bueno entremanos pero no atinamos a halagarla por el final. Hagamos una cronología y pensemos todo aquello que puede pasar antes de nuestro supuesto inicio. ¿Nuestra trama crece si la ampliamos por el principio? ¿Conseguimos que un relato se convierta en una novela contrayendo un origen y cambiando el primer punto de giro de nuestra historia?

Quizá, una historia de amor, no empieza cuando el chico conoce a la chica. Es posible que si la iniciamos cuando la chica rompe con su ex y decide cambiar de vida, nuestra trama ganará en interés, profundidad y definición de los personajes.

Por ejemplo, Chuck Palahniuk escribió un relato que seria el origen de su novela El club de la Lucha. Luego, decidió escribir una novela y ubicó ese relato como el sexto capítulo de su obra. Tiró su historia hacia atrás y la empezó en un punto anterior a ese relato, preguntando a su premisa hasta dónde podía llegar y entendiendo que, si retrocedía en la vida de los personajes, su historia podía dar mucho de sí.

Por último, romper el orden cronológico del relato puede ser un recurso narrativo que de a nuestra novela el empaque y la profundidad que, de escribir correctamente en el tiempo, no tendría. Pero de eso hablaremos en breve. 

Las opiniones de la comunidad (1)

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  • Mónica Cristina Cena

    Muy buen artículo

    Mónica Cristina Cena - sábado, 17 de enero de 2015

    No había reparado en la novela corta ¿Qué extensión tiene aproximadamente? Quizás sea la salución de un proyecto que me da vueltas en la cabeza y no logro concretar. Gracias por los consejos, son muy útiles.