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Buscando (y encontrado) tu creatividad como escritor

Buscando (y encontrado) tu creatividad como escritor

¡Hola! Me llamo Maite Cabeza, soy coach y, en este artículo, quiero abordar una de las mayores preocupaciones de los escritores... La Creatividad. Y, además, os propongo un ejercicio para trabajarla. ¿Preparados?

 

El escritor creativo

La diferencia de un escritor creativo a otro que no lo es que el creativo se ha dado permiso para serlo. La creatividad es algo innato en las personas y, evidentemente, en los escritores y escritoras.

El mayor miedo de un escritor creativo es el miedo a perderla y no volver a encontrarla. Pánico, terror, angustia, tristeza, dolor, pena... ¡Tranquilos escritores! este es un miedo infundado, ¿por qué? Porque la creatividad no puede desaparecer, ¡es imposible! ¿Se puede perder el humor? Puede estar escondido, se puede apagar, podemos incluso pensar que no volveremos a verlo, ¿pero qué pasa cuando vemos una caída tonta? ¡Qué no podemos evitar reír! Lo mismo sucede con la creatividad: debemos permitir que salga, como una carcajada espontánea.

Vamos a ver qué podemos hacer para aumentar nuestra creatividad como escritores y volcarlo en nuestros libros, y de paso, disfrutar del proceso.

 

Puede que te hayas planteado alguna vez estás preguntas:

  • ¿La creatividad se gasta?
  • ¿Hay niveles?
  • ¿Hay clases de creatividad, alta, media y baja?
  • ¿Se hace o se nace? ¿Todo el mundo es capaz de escribir una novela?
  • ¿La creatividad se crea?
  • ¿Tengo derecho a ser creativo?
  • ¿Debo aspirar a ser más creativo de lo que soy, o debo conformarme con lo que llego?
  • ¿Soy creativo de nivel alto, medio o bajo?

 

¿Te reconoces en estas frases?

  • Es demasiado tarde.
  • Estoy esperando a ganar el suficiente dinero para hacer lo que realmente me gusta.
  • Los sueños no importan, son sólo sueños, debo ser más sensato.
  • Mi familia y mis amigos creerán que estoy loco.

 

¿Cómo te sientes ahora que los ves por escrito? ¿Quién crees que formula éstas sentencias?

 

 

 

 

Todos, absolutamente todos, tenemos dentro de nosotros un “juez”, un “censor”, “la voz de la conciencia”, un “aguafiestas”... llamémosle como queramos, es esa voz que, cuando aspiramos a más, nos pone “los pies en la tierra” recordándonos nuestras “limitaciones”. Esa voz nos juzga y nos redirige cuando tenemos un momento de genialidad y escribimos una frase ingeniosa, o se nos ocurre un argumento novedoso para un cuento, o damos un giro absolutamente genial a la trama de nuestra novela, y nos dice: que la frase tampoco es para tanto, que los lectores no van a entender el cuento, que quién me creo que soy para hacer semejante osadía en la novela...

 

Por todos es sabido que nuestro cerebro está dividido en dos hemisferios, el lógico y racional y el artístico y creativo. El racional es absolutamente necesario para nuestra supervivencia, es el que analiza el entorno y detecta cualquier novedad que pueda ser peligroso para nuestra existencia y nos pone en modo alerta. En este hemisferio es donde habita el “juez”, el “censor”, el “sentido común”. ¡No lo odiemos! ¡Estamos vivos gracias a él! Nos ha salvado de muchas situaciones peligrosas de las que ni siquiera nos hemos dado cuenta. Pero cuando hablamos de escribir, deshagámonos de él.

¿Cómo? Escribiendo ¿Qué mejor manera de encontrar la creatividad?

 

Os propongo un ejercicio:

 

Si os habéis sentido identificados con lo que habéis leído hasta ahora y sentís que vuestra creatividad está dañada, limitada o que la queréis llevar a un nivel superior a la que estáis ahora:

Proponeos en firme que durante las siguientes 8 semanas, comenzando desde mañana, os levantaréis media hora antes y pasaréis directamente de la cama a la escritura.

Escribiréis 30 minutos sin pensar, 3 páginas en total, solamente escribid, si no se os ocurre nada no importa, podéis empezar con “no se me ocurre nada que escribir, estoy aquí sentada escribiendo sin pensar en lo que escribo...” No es un ejercicio literario, las “páginas matutinas”* (así es como se llaman), no están ni bien ni mal, nadie las verá, son sólo vuestras. En cuanto acabéis guardaréis las hojas y no las leeréis, si es que lo hacéis, hasta acabadas las 8 semanas.

¿Qué podemos conseguir con esta dinámica? Evitar al “censor” y desbloquear nuestra capacidad creativa. Cuando aparezca esa “vocecilla” recordándonos que no vamos a conseguir acabar el libro, o que somos unos ilusos queriendo ser escritores, o que en la cama estaría más a gusto porque hacer esto es una tontería, también lo escribiréis. Después de varios días escribiendo cosas negativas seguro que al final empezará a surgir lo que tenéis más allá de los reproches. Cuando pongáis por escrito todas aquellas ideas y frases que os bloquean no tendrán más cabida en vosotros o, como mínimo, los habréis detectado y de esta manera cada vez que salgan los podréis evitar.

Este ejercicio también os servirá para descargar vuestras preocupaciones diarias, como “tengo el coche en el taller”, “mi hermana se ha enfadado porque no quiero ir a esa fiesta”, “¿vendrá mi jefe de mal humor hoy también?”, dándoos espacio para la creatividad.

Recuperad el placer de la escritura, volved a enamoraos de vuestra creatividad porque ésta no se agota, sino que se expande, cuanto más la cuidéis y miméis más os dará a cambio.

 

¡Escritores! Regad las raíces de vuestros libros con trabajo y persistencia y recoged los frutos de la creatividad.

 

* Este ejercicio es del libro “El camino del artista” de J. Cameron. Os animo a que lo consultéis.

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