Descripción
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Más allá, una mesa reía con la soltura despreocupada que la alegría, y unas pocas copas encima, pueden proveer. La señora más joven, con largos cabellos rubios y un rostro marcado por líneas de angustia, echaba la cabeza hacia atrás mientras su puño golpeaba contra la superficie de madera de la mesa, esquivando por nada el plato de cerámica inconvenientemente puesto cerca del borde. Sus ojos veían sin ver, nublados por la bebida y el éxtasis con el que la dicha golpea a aquellos que no están acostumbrados a sentirla, fijos en las tablas desarmadas del techo y los labios abiertos, boqueando como si el aire no estuviera llegando a sus pulmones. Las lagrimas caían a la par en que sus gritos se mezclaban con los de la otra mujer de la mesa. A su derecha, una señora castaña con ojos como lechuza y tez oliva, acompañaba las risas de su amiga. Una mano en alza cubriendo sus labios como si, a diferencia de la otra, ésta quisiera guardarse la alegría solo para si misma, ocultándola de los ojos curiosos que los comensales del restaurante podrían enviarle. La manera en que sus párpados temblaban por el esfuerzo rodeados de arrugas amargas y cubiertos inserviblemente por una mano que exhibía tenues cicatrices contaba la historia de la vida de la mujer, los días de encierro, el arduo trabajo y la profunda miseria.
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