Descripción
Es mi tercer hijo el que viene al mundo, mis tíos y familiares conocedores de la desgracia que empaña nuestra sangre están aquí para verificar si no se ha ensuciado mi descendencia, mis dos hijos anteriores son normales, el heredero al ducado es un niño sano. Pero eso no me excluye de no quedar manchado por el secreto más grande que hasta el momento los Montrose han sabido ocultar. Ellos me miran, ya no me pueden quitar el ducado, pero eso no me exime de quedar en la mira de las doctrinas de nuestra ancestral familia. Un llanto se escuchó y con ese grito mi corazón se aceleró. Fui criado para no demostrar emociones, pero en el fondo de mi ser me alegré que mi hijo naciera vivo. A los minutos salió el doctor y por su mirada no pude esperar nada bueno. Caminé con pasos decididos en busca de mi esposa. La mujer a la que amo más que a mi vida así nunca se lo haya dicho, mi padre no estuvo de acuerdo en que la desposara, él decía que una mujer pensante no era la mejor mercancía que uno debía adquirir. Pero yo caí embrujado ante esos ojos almendras y por su astucia sabe que yo muero por ella.
—Su Excelencia… debo contarle que su… —cerré los ojos, él ha sido el doctor que ha atendido los dos partos anteriores de mi esposa, nunca había tenido esta antesala—. Su hijo nació con una enfermedad.
—Quiero ver a la duquesa —corté tajante al hombre. Él solo afirmó.
Mi mujer le sonreía a lo que se movía en sus brazos, al acercarme y ver el tamaño de su cabeza comprendí que mi sangre también se había ensuciado. La mirada suplicante de esos ojos almendras que han sido característicos de mis dos hijos anteriores me miraron expectantes.
—¿No cargarás a tu hijo?, sacó el color azul de tus ojos, ese que es tan característico de los Grant.
—Sabes que no podemos quedarnos con él —la ira en la mirada de mi mujer fue suficiente para saber que sería el primero en más de cuatrocientos años que no acataría el decreto familiar y en el fondo, jamás estuve de acuerdo con esas decisiones.
—Jamás te he exigido nada y acepté por amor a convertirme en la duquesa de Montrose, solo te pido por el amor que sé que me tienes debajo de esa coraza de hielo que no me alejes de mi hijo, yo no podría vivir como lo hacen las mujeres de tu familia, no podría vivir aparentando que no pasa nada sin saber si un hijo mío está pasando penurias en un orfanato o quien sabe en que otro lugar, desconozco ciertas costumbres. Es nuestra sangre la que corre por sus venas así sea un enano.
—Sabes perfectamente que eso significa pagar el precio…
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