Descripción
Una fábula que no tiene por qué ser para niños, ya que esta historia tiene su moraleja final, que se puede extrapolar a momentos por los que podemos pasar en la vida. Pasar de un estado de seguridad o arrogancia, al sentido de la más absoluta inferioridad y depresión, frente a una adversidad, le puede pasar a cualquiera. Todos somos el Cangrirú, al que todo le sonrrie en la vida, pero que, alguna vez en su transcurso, cree perder el control y sentido de la misma por algún contratiempo, encarnado aquí en Cangruto. Solo hay que reponerse y seguir adelante, las soluciones vienen si se las busca.
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