Descripción
Es cierto que la niña la rechazó desde el principio, dejándolo perfectamente claro con un escupitajo el primer día que se conocieron. Chusa sufría aquellas faltas de respeto hasta que una buena tarde de miércoles se plantó y le dijo a la niña: "No te voy a obligar a conocerme, cuando te apetezca jugar conmigo ven tu. Siempre querré jugar contigo." Sofía comenzó a estar más relajada y durante un par de miércoles seguidos Chusa se quedaba en un segundo plano. Pero tenía un as en la manga. Todos aquellos días compraba juguetes nuevos de lo que estuviera de moda entre los más pequeños. Dicen que la curiosidad mató al gato, pero unió a madrastra e hijastra en una base de respeto mutuo sin forzar su relación. Cuando llegó Hugo, el hijo de Chusa y Carlos, Sofía tenía 4 años y el título oficial de hija de alma.
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