Descripción
En aquellos tiempos, seguía vigente la sentencia bíblica: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Los labradores, hombres y mujeres, trabajaban de sol a sol sin escatimar esfuerzos para criar a sus hijos, con la esperanza de poderles ofrecer un porvenir mejor.
Paradójicamente, es en los momentos difíciles cuando suele aflorar la enorme capacidad humana para adaptarse a las situaciones que le toca vivir, superando obstáculos que pueden parecer insalvables en tiempos de bonanza. Así y con muy poco, era posible subsistir y criar familias numerosas; y hasta pasarlo bien y divertirse, fabricar sus propios juguetes, cultivar nuevas ilusiones, enamorarse y ser felices.
Incluso era posible sobrevivir en la escuela al axioma pedagógico: “La letra con la sangre entra”. Claro que los padres, a los que sus hijos trataban de usted, nunca hubieran cuestionado las decisiones del maestro; más bien, a menudo recordaban a los suyos aquello de que “quien bien te quiere te hará llorar”. En contrapartida, los niños disponían de un inmenso patio de juegos sin barreras, el pueblo entero.
Tampoco se cuestionaban los dogmas de la fe católica; y los sacerdotes, desde sus confesionarios, inculcaban valores eternos como el amor a la verdad, a la justicia, al respeto de lo ajeno y al “haz el bien y no mires a quién”.
Todo esto ocurría hace años, aunque no tantos como el que pudiera parecer: La acción de “Hoces y trillos” se desarrolla tan solo algunas décadas atrás, entre 1.945 y 1954, en plena época franquista, la de las cartillas de racionamiento y las penurias de todo tipo.
“Hoces y trillos” quiere ser un canto en honor a nuestros mayores. Ellos fueron los que levantaron a pulso un país devastado por la posguerra civil española: Se merecen que la memoria histórica no les deje a un lado. Muchos protagonistas de esta obra viven aún, asombrados ante una evolución trepidante que ellos cimentaron, mientras que a sus nietos les costará entender cómo pudieron hacer tanto con tan pocos recursos.
En este segundo capítulo se narran los avatares de los protagonista en su lucha por conseguir una buena cosecha y una casa en Tordesillas
Para comentar, hay que estar registrado