El perro

El perro

  • Relatos cortos
  • Manuscrito acabado
  • 2 capítulos

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Escritor, doctor en comunicaciones, abogado, fotógrafo. Nihilista. Van a saber más de mí por mis cuentos, ensayos y novelas que por una descripción que me...

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Descripción

Roberto, un ingeniero de una empresa de distribución eléctrica, enfrenta el divorcio y con la separación llegan una tras otra la pobreza, la soledad en un barrio de los confines de la ciudad, hasta que el fantasma de un perro comienza a obsesionarlo y perseguirlo, sin saber ciertamente qué es, de dónde proviene y a dónde lo va a llevar.

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  • Anne Marie Amil

    Anne Marie Amil - miércoles, 27 de julio de 2016

    He leído novelas, guiones y ensayos de este autor. Tengo el privilegio de haber conocido el barrio "El Carmen" al Sur de La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires, por añadidura, yo viví en La Plata, en la época que Ricaldoni describe que su personaje se divorció. Yo soy médica y las prácticas las hacíamos en la Sala de Primeros Auxilios que estaba cruzando la RP11. Raro que no la haya descrito. Por lo demás es un aguafuerte muy cinematográfico más que literario. Se le nota la profesión de guionista y eso me gustó. Por otro lado, sé por sus excelentes artículos y ensayos, que espero que tenga la generosidad de publicarlos aquí y no los reserve solamente para el muy elitista Medium.com Como decía, Ricaldoni es un admirador de Borges. Se le nota, y mucho, aunque no lo confiese. La obsesión por el Sur como némesis del Norte desarrollado. La atracción de los barrios orilleros surcados de arroyos y vecinos al campo. La fijación con la muerte, en un pobre personaje cuya vida dura menos que unas vulgares pilas de carbón. La descripción de los relatos futbolísticos de José María Muñoz y sus secuaces, me retrotrajo a la época de la dictadura, cuando el relato de fútbol radial tenía más emoción que la realidad. La transformación espiritual está, aunque dudo que demasiada gente sepa quién era el perro Cerbero que llamaba a los muertos. Un cuento así hubiera tenido un éxito rutilante de haber sido escrito a los finales de la década del 50 o principios de los 60. Hoy pruébenlo, un plato refinado de los que ya no se cocinan.

  • Jorge Ricaldoni

    RE:

    Jorge Ricaldoni - jueves, 28 de julio de 2016

    Anne Marie, es probable que estuvieras de la RP11 hacia el Este. A Roberto lo mandé a vivir a la calle 619 entre 2 y 3, en la época que el Aeropuerto Provincial no se utilizaba, así que estaba a unas 20 cuadras de la Sala de Primeros Auxilios de El Carmen, que sí conocí, y es probable que nos hayamos cruzado alguna vez cuando un grupo llevábamos alimentos y medicamentos. Supongo que nos habremos cruzado alguna vez. Te agradezco los conceptos y tal vez, analizándolo, no estés errada. En cuanto a que tendría que haber sido escrito en los 50 o 60, es probable. Algún día contaré lo que me hizo mi padre con una treintena de cuentos que había escrito en mi adolescencia en los 60. El ánimo por publicar me llegó ahora. Antes no tenía tiempo. Ahora el esfuerzo es mayor, el tiempo menos y la ansiedad considerablemente inflamada. Gracias de nuevo.

  • Jorge Ricaldoni

    Jorge Ricaldoni - jueves, 28 de julio de 2016

    Gracias Álvaro, muy amable por tus conceptos. Te cuento un poquito del back stage de este relato. Roberto, aunque no en las circunstancias en las que lo puse, haciendo uso de un sadismo como el que solo Dios sabe hacer gala, es un personaje real cuya personalidad era exactamente como la descripta. Era el "novio" o "amante" de una amiga muy querida de mi mujer. Fui yo el que desenmarañé su divorcio que era un lío ridículo por egoísmos mutuos y no le cobré un centavo, porque no los tenía. No me dio ni las gracias cuando le entregué la inscripción legal del mismo. Tomó el certificado. Saludó secamente y se fue. Me tomé revancha poniéndolo como el personaje poco afortunado que es. No me ocupé de inventarle una empresa que no existiera. Trabajaba en la que describo. Por el otro lado, cuando trabajaba para Panasonic, y luego para Sony llegaba a tener cinco horas de diferencia entre La Plata y Los Ángeles, Ca. USA, por lo que muchas noches tenía que trabajar hasta muy tarde. Había un perro lucharniego, que sonaba a ovejero alemán que comenzaba a ladrar ni bien bajaba el sol y se llamaba a silencio cuando levantaba a la madrugada. Las noches de invierno, la sensación de soledad que me producía ese perro ladrando sin cesar hizo el resto. De nuevo, muy agradecido por tu tiempo en leer y en comentar, cosa que haré recíproca.

  • Alvaro Amaya

    Alvaro Amaya - miércoles, 27 de julio de 2016

    Jorge excelente por su escritura fluida y sin trabas pero tambien la excelente temática:gente que nunca aprende a vivir como todos creemos que se debe. La desolacion de necesitar afectos y no poder conservarlos por causa de una limitación vital pero que su ausencia no deja de herir. Nos sorprenderíamos de la cantidad de estos "ingenieros" sin este ingenio, a nuestro alrededor.Gracias por tu escrito.