El Narco Pobre

El Narco Pobre

  • Novela contemporánea
  • 2 capítulos

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Mi nombre es Antonio y mi apellido Andrade -aprendí a decirlo así de un viejo amigo-, escribo por placer y por necedad -más por la...

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Descripción

Todos tenemos una historia, nadie está a salvo de la vida, así como el político y el ladrón y la prostituta y el pederasta y el buen samaritano y el pusilánime, todos reímos y lloramos, lloramos y reímos, los narcotraficantes, al igual que tú y que yo, tienen una vida cotidiana que dista por completo, de lo que sabemos e imaginamos. No sé si tuve la suerte o el pésimo gusto de hacerlo, pero debido a un golpe de la vida y a mi propia curiosidad, la convivencia con uno de estos seres a veces mal vistos y otras tantas, necesarios, se volvió parte de mi vida a lo largo de casi cinco años, estas páginas, son solamente un resumen de lo visto, de lo vivido y de lo escuchado a lo largo de ese tiempo. Definitivamente son demasiadas las cosas que nunca podrán ser contadas, pero también existen aquellas que, por decisión propia, son ignoradas y este libro habla precisamente de eso, porque no existe diferencia alguna entre la maldad y la bondad honestas, simplemente se es o no se es, todos somos humanos y sentimos y comemos y amamos y sufrimos por igual. Desafortunadamente los políticos, los grandes directores y productores y un sinnúmero de nosotros, los de a pie, hemos perdido la sensibilidad para comprenderlo, nadie se atreve ni se perite identificarse con un criminal lúcido y reflexivo, capaz de enamorarse y de estrecharte la mano amigablemente, nadie quiere aceptar que todos, los buenos y los malos, pertenecemos a la misma especie. ‘El Narco Pobre’ no propone ningún tipo de reivindicación o de perdón para y/o hacia los miembros de las instituciones criminales del mundo, simplemente presenta, entre verdades y mentiras –saberlas identificar es tarea propia de lectores y críticos-, la realidad de una vivencia que, palabras más, palabras menos, nutrió y enfermó de mil maneras mi existencia. Los narcotraficantes al igual que cualquiera de nosotros, pero en distinta medida pierden y ganan, toman y les es quitado, enseñan y aprenden, lloran por todo aquello cuanto saben merecer y sonríen únicamente por lo que de verdad les corresponde. Así pues, el libro ya fue escrito, solo queda sentarse a esperar los veredictos pero, si me lo permites, debo decirte que, para leerlo, es necesario deshacerse de todo prejuicio, de toda hipocresía e incluso atreverse a preguntarse… de ser yo, ¿qué haría?

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  • Jorge Alvarez Salazar

    Jorge Alvarez Salazar - viernes, 28 de abril de 2017

    Si quieres leer una historia condescendiente, aburrida y llena de estereotipos, entonces no abras este libro. Si eres de los que se espantan por conocer un poco más de cerca el país donde vivimos y se asustan por escuchar “groserías”, lo que te recomendaría es que te sentaras en tu sillón favorito y prendieras la televisión como lo hacen millones de mexicanos para evadirse de la realidad. Pero si estás dispuesto a sumergirte en una historia contundente, visceral y divertida al mismo tiempo, que refleja los pormenores de la vida cotidiana de un criminal que podría ser el vecino que vive al lado de tu casa… entonces te invito a que abras estas páginas y te dejes sorprender al igual que yo. Antonio, tuvo a bien, hacer un libro sin concesiones, irreverente, directo como un puñetazo. Un relato inesperado y al mismo tiempo divertido. Es una obra que se lee de una sentada, pero que se te queda dando vueltas en la cabeza por días y probablemente por mucho más tiempo. En estos tiempos en los que todo es “políticamente incorrecto”, es difícil decir lo que uno quiere sin herir susceptibilidades. Sin embargo Toño se atreve a contarnos una historia sin tapujos, acerca de un personaje que no solamente es un narco cualquiera o un estereotipo del criminal que aparece hasta el hartazgo en las noticias. Don Isma, es un narco pobre, pero su pobreza no estriba en su bolsillo, en sus propiedades o en los millones de pesos o de dólares mal habidos que ha ganado con su “trabajo”, sino en un “sufrimiento inagotable” que lo invade, en su “soledad aplastante, insatisfacción total ante la vida, pero sobre todo en una tristeza abrumadora y pobre”. El narcotráfico en México no es un mal necesario y tampoco tiene absolutamente nada que ver con los falsos discursos oficialistas, ramplones y estúpidos que atribuyen su origen exclusivamente a la demanda de droga y al suministro de armas de parte de los Estados Unidos. La corrupción, la pobreza, la ausencia absoluta de ley, el consumo local y el control territorial han sido el caldo de cultivo idóneo para el surgimiento de una Hydra de millones de cabezas que devastan todo a su paso, una auténtica legión que no será sencillo detener, aunque se implore la ayuda internacional o hasta celestial. Y la cruzada absurda y oportunista que se ha realizado en contra del narcotráfico desde el gobierno de Calderón, lejos de eliminarlo ha provocado una masacre a la que todavía no le vemos el fin. Don Isma forma parte del engranaje de esa suerte de Frankenstein que se antoja invencible a veces y que nosotros lo conocemos con el nombre de narco o maña. Al igual que en la Divina Comedia, el protagonista descenderá poco a poco hacía el infierno y el lector será una especie de Virgilio que atestiguará lo acontecido en el inframundo. Sin embargo, el diablo en esta historia, no tiene cuernos ni cola. Es gordo, dicharachero, violento en ocasiones, hedonista, le gusta la cocaína, las prostitutas y no tiene un pelo de tonto. También tiene una familia, amigos, está enterado de lo que ocurre en su país y es un personaje que no es bueno o malo, sino un ser humano, lleno de matices, interesantísimo y muy complejo. La narración no es una apología de la violencia, porque finalmente no podemos tapar el sol con un dedo ni erigir monumentos a los narcos, como si se tratarán de héroes de película o en el peor de los casos de serie televisiva. Se agradece que Antonio haya construido una narración realista sin ningún atisbo de maniqueísmo o pretensión, más que el de retratar detalladamente las andanzas de un criminal carismático que incluso en otras circunstancias podría caernos bien al grado de invitarle unas cervezas y una carne asada. Quizás por esta razón, el protagonista y narrador de esta historia se deja seducir por el encanto natural que es característico de los sociópatas y se atreverá a cruzar el umbral en el que incluso su integridad física correrá peligro. Además, este mismo narrador, como todo periodista, establece una relación con Don Isma, con la intención de buscar noticias inéditas y que tengan el propósito fundamental de informar. Yo mismo he tenido el privilegio de compartir el oficio del periodismo con Antonio y en muchas ocasiones no hemos medido el peligro y nos hemos dejado llevar por el canto de las sirenas hacía los marineros, todo por buscar información oportuna. Sin más preámbulo, queridos “leedores”, como diría Antonio, los invito a disfrutar de un libro emocionante y divertido que te permitirá conocer de cerca las más profundas motivaciones de un criminal de carne y hueso, que no tiene otro interés más que el de aprovecharse de las situaciones y hacer su voluntad a costa de los demás, pero que en el trayecto de la travesía, dirá sin pelos en la lengua cuál es la materia prima de nuestro país y el entramado de una red de complicidades, corrupción, compadrazgos y demás linduras.

  • eddy zahu

    eddy zahu - miércoles, 26 de abril de 2017

    Una historia llena de verdades que el autor presenta de manera cruda dentro del dialogo que se desarrolla entre dos personajes envueltos en una situación ya algo recurrente en un país con ciudadanos sin escrúpulos y pocas esperanzas. La narración está cargada de rencor no explícito, odio, orgullo y repulsión hacia la historia que se desarrolla. Definitivamente te cautivará, te encontrarás representado, dentro de uno u otro lado, en los rasgos que se describen sobre las personas que habitan esté país y los personajes de la historia.

  • Aleska Moreno

    Aleska Moreno - martes, 25 de abril de 2017

    Se requieren de textos así, sin maquillaje, sin un felices todos.

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