Descripción
Observó directamente al sol, al hipnótico brillo de éste sobre los edificios que encandilaron a sus pupilas.
Y caminó en dirección norte tras oír en su teléfono celular la concreción de aquello que al principio le pareció un desatino.
Algo que registró en la simplicidad de una anécdota.
Había pasado dieciséis o diecisiete años para comprender eso que no tenía denominación.
Y que había oscilado entre lo mercantil y alienante.
Ya no tenía hambre ni escuchaba a su estómago, y la ciudad se le abrió como un feliz encantamiento colectivo.
Se sintió el miembro de una vanguardia que había perdido fidelidad a la tierra pese al reencuentro con las distancias vagas que preanunciaban a definidas porciones e estrellas.
(El atractivo de esas visiones alucinadas era que conquistaron a sus instintos).
La conversación había rondado acerca de mitologías de acuerdo el movimiento del reloj.
La mujer manifestó intensos deseos de contemplar al cielo azul y moverse libre.
Y no confirmó a los peores miedos del hombre:
Aquello denso que yacía en la oscuridad como fuente innegable del fracaso.
Relato,16 páginas.
Toni Ferrán - martes, 4 de febrero de 2020
Un abrazo Daniel. Como siempre, dejas patente un estilo propio, y ese dominio absoluto de la palabra. Gracias por otro gran relato, maestro. Saludos, amigo.
RE:
daniel bernardo grimberg - viernes, 14 de febrero de 2020
Muchas gracias Toni. Un abrazo.
Anómino - lunes, 4 de diciembre de 2017
Felicidades. Haces gala de una excelente prosa.
RE:
daniel bernardo grimberg - martes, 5 de diciembre de 2017
¡Gracias Miguel!