Todo surge de una idea. A fulanito le pasa tal suceso y vive esto, aquello y eso de más allá. Si somos concienzudos y queremos profundizar un tema, ir más allá, pensaremos y someteremos a juicio una ideas y los temas que queremos tocar con ella. Perfecto, ya tenemos una idea y una hipótesis o tema que vivirá bajo la piel de cada una de nuestra palabras. ¿El siguiente paso?
Hector García Quintana en Cómo se escribe una novela (manual que recomendamos) nos dice que, después de la idea, el primer paso consiste desarrollar la historia y… ¿cómo lo hacemos? Según él, construyendo un argumento.
El argumento
Quintana nos define el argumento como “una sucesión de hechos dónde hay una conexión indisoluble entre uno y otro, […] implica a su vez un elemento de causalidad entre ambos”. Pues venga, debemos resumir nuestra historia marcando los hechos más importantes y estableciendo una relación entre ellos. ¿Cómo? Hay quien escribe el argumento como un listado donde se enumeran, mediante números o letras, los hechos más relevantes. El dramaturgo Jordi Galcerán dice que siempre que construyamos una historia, ya sea una novela o un guión, escribamos antes de nada el texto que iría en la contraportada del libro o el DVD. Ese será nuestro argumento.
No subestimemos el poder del argumento. R.S. Crane define el argumento como "un proceso completado de cambio". Aunque no se ajusta del todo a la narrativa moderna, nos sirve para hablar del concepto evolución. Por lo general, los argumentos explican una evolución de uno o más personajes. Evidentemente, hay historias que se basan en la no evolución, en un final que se asemeja tanto al inicio que causa algún tipo de reacción en los lectores. Pero, como nobeles, es mejor que pensemos en evoluciones y, cuando dominemos los cursos más habituales de los argumentos, apostemos por invetsigar otras opciones.
Sea como sea, debemos ser capaces de explicar de una manera u otra. ¿Por qué? Pues ahí hallaremos la justificación de nuestra historia. ¿El segundo paso que nos propone? Fácil: debemos desarrollar la trama.
La trama
Con la trama, desarrollaremos ese argumento que nos ha ocupado pocas líneas. ¿Cómo? Silvia Adela Kohan en Para escribir una novela (aunque también Quintana y la mayoría de manuales de escritura) nos cuenta que mientras el argumento es un resumen breve del orden cronológico de la historia, en la trama se expone el orden temporal que el escritor desea, es decir, los hechos tal y como se plasmarán en la novela. Entonces, ¿cómo escribimos la trama?
Veamos, también existen diferentes maneras. Al final, debemos detallar las historia y los principales hechos en el número de páginas que consideremos necesarios, sin llegar a especificar escena a escena. Tal y como nos dice Kohan, en la trama cobra más importancia aún el causa-efecto y nos sirve para, justamente, desarrollar la historia y el orden de los hechos, asegurarnos su coherencia e identificar sus flaquezas.
En el colegio, en cualquier lugar donde se imparta narrativa, escucharemos que las historias, las tramas, se construyen según el orden clásico: introducción, nudo y desenlace. Y, a pesar de que muchos han intentado darle la vuelta con relatos de cronología rota, siempre podremos hallar estas partes o actos en toda historia. No vamos a profundizar más sobre esta conocida estructura clásica. Si queréis más información os recomendamos este artículo de Wikipedia.
El inicio de la historia, la introducción
Toda historia, o casi toda, empieza con uno o varios protagonistas que viven su realidad ajenos a lo que les va a suceder. Tiene sus rutina, sus trabajos, sus problemas. Pueden vivir en la Roma Imperial, en las calles del Madrid actual o en el Buenos Aires del año 2197. Da igual. En la introducción se construye una diegésis (conjunto de normas de una narración que permiten o no determinadas realidades. Por ejemplo dentro del mundo diegético de superman, se construyen unos parámetros con los que nos creemos que puede volar) en la que se presentan a los personajes, sus realidades y se sientan las bases de la normas narrativas:
Y, en medio de su cotidianidad (que puede ser la guerra de Vietnam o un instituto adinerado de México D.F.), algo sucede, algo cambia. Ese hecho, es el motor de la historia, que mueve a los personajes hacia su destino. Silvia Adela Kohan le llama dilema. Usaremos el término clásico de cine que usa Linda Seguer en Cómo convertir un buen guión en un guión excelente: el detontante (aunque también usa el término catalizador, palabra que también nos parece muy apropiada. Y es que ese cambio puede ser espectacular o poco excepcional, para nosotros pero se convierte en la chispa que enciende la mecha de la historia. El detonante arranca la acción de la historia
Por ejemplo, en El Leopardo (Jo Nesbo), el detective Harry Hole inicia su historia en Hong Kong, alcoholizado, perseguido por los matones de una casa de apuestas y luchando por olvidar su doloroso pasado. Pero Kaja, una agente de delitos violentos de su país, da con él con un motivo muy claro: un nuevo asesino en serie acecha las calles de su ciudad natal y él es el mejor detective de todo el país. Ella se presenta ante él con su deuda pagada y un billete de vuelta. Kaja y su propuesta detonan su vida.
Podemos empezar por el detonante o esperar 100 páginas para escribirlo pero, sea como sea, debemos presentar a nuestros protagonistas y sus circunstancias (aunque solo dediquemos 5 pero magistrales líneas). Tanto si nuestra protagonista es una ama de casa hastiada de la monotonía como si es una cowboy espacial que se intenta abrir paso en un mundo de hombres, los lectores deben entender su realidad para aceptar el detonante.
Una manera de ello y tal y como nos explica Alberto Marcos en el videocurso de megustaescribir “Antes de empezar a escribir”, debemos definir los actantes de la historia, es decir, quién es el sujeto o protagonista de nuestra historia, quién es su oponente o antagonista… sin que éstos se evidencien.
Así pues, partimos de un inicio donde definimos los actantes de nuestra historia y que es interrumpido por un detonante que explota en la vida de los personajes.
A partir de aquí, el personaje pasa por una fase de llamada a la acción. El detonante arranca la acción pero el personaje debe decidir si sigue los pasos de su destino o sigue con su normalidad (muchas veces, el detonante es tan potente que ese retorno es imposible). Éste puede evitar esa llamada tanto como el escritor o la trama lo permitan, pero las circunstancia lo llevarán a enfrentarse a su historia.
Volvamos al ejemplo de El Leopardo. Recordemos que la situación de Harry, y la propuesta de Kaja (el detonante). Harry sigue negando la ayuda a la policía de su país hasta que llega la llamada a la acción: Kaja le revela que su padre está a punto de morir y que, si no vuelve a casa, quizá no lo verá jamás. Nos encontramos delante twist dramático que obliga a Harry a escuchar realmente esa llamada a la acción, tomar el billete que le ofrecen y empezar la historia.
Propuesta de ejercicio:
Analicemos cualquier novela, libro e incluso relato. Veremos que todos estos elementos están presentes y, si en algún caso los encontramos elididos, de alguna manera los podemos hallar latentes en el texto.
Alejandro Cortes - jueves, 12 de marzo de 2015
que pasada... es increible... este punto me interesa.... voy a pensarlo y a volverlo a leer... que hay cosas que no comprendo.... Se uede abrir algun Grupo para acabar de perfilar las ideas
RE:
megustaescribir - jueves, 12 de marzo de 2015
Gabriel, nos alegra que te guste. Un abrazo.
RE: RE:
Alejandro Cortes - jueves, 19 de marzo de 2015
Pero me es super dificil sacar la trama...
RE: RE: RE:
megustaescribir - jueves, 19 de marzo de 2015
Paciencia, todo es pensar, construir y, sobretodo, escribir. Un saludo.
RE: RE: RE: RE:
Alejandro Cortes - miércoles, 25 de marzo de 2015
Es difícil.. Muy dificil... Jajaja.... Qué complicado se hace
Diana Rueda - lunes, 23 de marzo de 2015
Interesante aunque un tanto confuso.