Cuando diseñamos nuestro método para escribir una novela en un año, pensamos cómo repartir de una manera efectiva y fácil todos los pasos. Pensando y repartiendo, decidimos que era éste el momento más eficiente para documentarnos sobre lo que vamos a contar.
A pesar de eso, la documentación es un proceso que debería realizarse desde el primer día. Pensamos que, algunos hechos históricos o realidades técnicas pueden influenciar mucho en la trama y en la evolución de ésta. Imaginad que escribimos una novela histórica policíaca y que todo gira alrededor del utensilio con el que el villano mata a sus víctimas. Decidimos situarla a principios del siglo XIX y, con toda la estructura terminada, nos damos cuenta que el utensilio escogido no se inventa hasta un siglo después. Deberíamos, pues, replantear la historia.
Este mes daremos consejos sobre cómo documentarnos en la fase inicial de una novela. Durante este artículo nos centraremos en cómo usar toda la información que hallemos en esta fase final.
¿Qué debo contar?
¿Debemos incluir todos aquellos datos que encontremos en nuestra novela? Ni mucho menos. Es importante centrarnos en aquellos que ayuden a contar el contexto y que aporten algo al avance de la historia y a la evolución de los personajes. Por ejemplo, mencionaremos o hablaremos del presidente o rey del momento si lo consideramos importante para describir en qué año estamos sin mencionarlo directamente; si una medida que éste toma como mandatario provoca un giro en nuestra historia (si declara la guerra a otro país y nuestro protagonista debe ir a la guerra); o si provoca un cambio en la vida de nuestros personajes (pensemos en un presidente que legaliza el matrimonio entre homosexuales y eso hace que nuestro protagonista se replantee su vida con su pareja).
Uno de los errores más repetidos entre los escritores noveles consiste en que compartimos mucha de la información encontrada para dar más veracidad a la historia o para demostrar todo lo que sabemos sobre el tema. Esa filosofía ensucia nuestra obra. En nuestra novela debe aparecer lo justo y necesario para que la historia se entienda. De lo contrario, es mejor que escribamos un ensayo histórico.
Contexto
Llegado a este punto de nuestra novela, debemos tener claro el contexto histórico en el que nos encontramos. Es importante reflejarlo de alguna manera incluso si pasa en el presente. Realmente, no siempre es necesario reflejar hechos políticos o sociales concretos para conseguirlo. Si nuestros protagonistas son un grupo de adolescentes ingleses que viven en Londres podemos, por ejemplo, investigar qué apps y redes sociales usan y, a través de ellos, expresar ese contexto.
El contexto exhaustivo en una novela contemporánea puede ser importante o no. Depende de cómo enfoquemos la historia y en qué focalicemos la trama. Imaginemos que centramos la nuestra trama en cualquiera de las desconocidas guerra civiles que tienen lugar actualmente en muchos países del mundo. Si nuestro objetivo principal es reflejar esa realidad a través de unos personajes, explicar todo lo que ha sucedido históricamente hasta el momento, será esencial. En cambio, si el centro de nuestra historia se basa en la separación de una madre y una hija por un conflicto bélico, la cantidad de detalles sobre el contexto deberá ser menor y suficiente para que se entienda la historia.
En megustaescribir creemos que el contexto de una novela histórica en relación a la cantidad de información debemos aportar para que quede bien reflejado, es muy complicado. Nunca sabes qué conocimiento previo tiene el lector. Por ejemplo, si nuestra novela sucede en la Roma Imperial y nuestro lector es europeo, lo más seguro es que sepa muchos más detalles sobre ese período histórico que uno americano. Entonces, ¿cómo enfocarlo? Apelamos a vuestro sentido común y a vuestro estilo. Al final, la mejor manera de aprender es leer muchas novelas históricas y comparar cómo lo hacen los maestros.
Los detalles
Los detalles son muy importantes para dar veracidad a nuestra historia. A veces, muchos más que los detalles políticos, históricos o sociales. Lo que comen, cómo lo cocinan, los hábitos de fiesta, de descanso, el vocabulario propio de la época…
Los detalles son importantes porque enriquecen una historia, le dan cotidianidad, acercan al lector al día a día de los personajes. Fijémonos en nuestro día a día. Estamos rodeados por objetos que nos definen, que forman parte de nuestra manera de ver el mundo, de relacionarnos con los demás, con nuestro contexto tecnológico… Desde las herramientas que usamos para escribir hasta como son los transportes que usamos para ir a correr, definen nuestra realidad. Por eso es importante que los conozcamos y los incluyamos de una manera orgánica en nuestra historia.
Fijémonos en que, según la temática de nuestra novela, podremos extenderos o hacer hincapié en unos detalles por encima de los otros. Por ejemplo, si nuestra protagonista es modista, quizá hablaréis mucho más de piezas de ropa, de tendencias del momento, de cómo cambian las formas de los ropajes según la década en la que os encontréis… que en cualquier otra historia.
Busquemos también aquellos detalles históricos que puedan ser curiosos para nuestros lectores y expliquémoslos teniendo en cuenta el género en el que nos encontramos. Cada ciudad tiene su propio vocabulario derivado de siglos de historia, de sus costumbres, sus expresiones… ¿Tienen sentido en mi historia? ¿Si escribo una novela negra, es necesario que escriba este tipo de detalle? ¿Los puedo integrar en la trama?
Hay que tener en cuenta, por ejemplo, los procedimientos y avances técnicos de la época o las lógicas sociales. Por ejemplo, que una mujer abandone el hogar tenía un impacto mucho mayor hace un siglo que en la actualidad. ¿Tenemos claros todos estos detalles?
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