A algunos escritores nos resulta más sencillo escribir sobre pequeñas historias que finalizan en un puñado de páginas –los cuentos-. En cambio otros no podemos evitar pensar en narraciones que se extienden a lo largo de miles y miles de hojas que pueden llegar a ocupar varios volúmenes. Escribir un libro nunca es fácil, así que varios encadenados... Y ya no hablemos de publicarlos.
En fin, una saga de libros debe ir mucho más allá de una serie de historias ambientadas en el mismo mundo o protagonizadas por los mismos personajes. Deben basarse en un concepto o gancho de trasfondo, que será lo que haga que los lectores vuelvan entrega tras entrega. Esto puede ser tan sencillo como un detective investigando crímenes o la evolución de una sangrienta lucha por el trono.
La evolución de los personajes y del conflicto
A la hora de plantear si nuestros personajes deben evolucionar o permanecer estáticos deberemos tener en cuenta el género y si nuestra serie es situacional –un libro, un caso- o forma parte de un gran arco. Por ejemplo, James Bond es un personaje que permanece estático a lo largo de las novelas de Ian Fleming y, sin embargo, Frodo cambia enormemente a lo largo de El señor de los anillos.
En el caso de que apuestes por una saga en que la trama continúe novela tras novela, debes tener en cuenta que el conflicto también puede ir evolucionando. A medida que los personajes y el mundo cambien, se resolverán problemas mientras que aparecerán otros nuevos. Así lograremos que el lector tenga la sensación de que se encuentra en un mundo orgánico en el que continuamente ocurren cosas.
Inconsistencias
Escribiremos miles de páginas apuntando una cantidad enorme de detalles. Es posible que en un momento contemos que los ojos de un personaje secundario son azules y tres libros después que son verdes. Este tipo de inconsistencias son más o menos perdonables si no se repiten en exceso. Sin embargo, hay otro tipo de inconsistencias que pueden arruinar la serie de golpe.
Es muy importante que establezcamos unas reglas de hierro sobre el mundo en el que se desarrolla la novela y que no las violemos nunca, especialmente si nuestra novela contiene elementos de ciencia ficción o de fantasía. Todo lo establecido en libros anteriores no puede ser contradicho. Por ejemplo, si en el primer libro nuestro vampiro no se puede ver reflejado en los espejos, no debería poder hacerlo en el tercero a no ser que tengamos una gran justificación.
Una recompensa acorde
Una saga es un trabajo muy exigente, tanto para el autor como para el lector, que deberá invertir mucho, tanto a nivel de tiempo como a nivel emocional en tu historia. Esto es un aspecto muy importante a tener en cuenta, ya que es fundamental que, terminada tu historia, la recompensa sea acorde.
Especialmente en las sagas en las que la historia principal se extiende a lo largo de todos los libros, debemos tener cuidado con que las principales preguntas planteadas en un inicio obtengan respuesta. Por ejemplo, GRR Martin no puede permitirse acabar su Canción de hielo y fuego y no explicar quién es la madre de Jon Nieve sin que legiones de fans se levanten en armas contra él.
Otro elemento que debemos evitar es que la resolución del conflicto final tenga un cierto sabor a Deus Ex Machina. Por ejemplo, si nuestra saga se extiende a lo largo de nueve libros y el conflicto se resuelve por un personaje o elemento que aparece únicamente en la última entrega, seguramente muchos de nuestros lectores se sientan que hemos resuelto la historia por la vía fácil y queden defraudados.
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