Gestionar la enorme cantidad de información que manejamos los escritores mientras escribimos una novela no es una tarea fácil. De hecho puede ser lo más parecido que hagamos a montarnos sobre un toro enfurecido. Por suerte, tenemos a nuestro alcance muchas herramientas que nos pueden ayudar en esta hercúlea tarea.
Ya hemos hablado en otras ocasiones sobre los mapas conceptuales, una técnica que funciona a macroniveles y a microniveles, y nos puede ayudar a esbozar tanto nuestra novela como capítulos y escenas.
Si en artículos anteriores descubrimos cómo podemos usar los mapas conceptuales para escribir una novela, en este nos adentraremos en cómo nos pueden ayudar a definir aspectos más concretos.
La red de personajes
Cuando escribimos una novela vamos a crear cientos de personajes, quizá miles. El hecho de tenerlos a todos en la cabeza puede llegar a ser imposible. Pero una vez más, un mapa conceptual bien hecho puede llegar, montado en su caballo blanco, para rescatarnos.
El nodo central de este mapa será tu personaje principal, a partir del que colocaremos todos los demás, uniéndolos con una línea para indicar que se conocen. Podemos utilizar distintos colores para apuntar si se conocen bien, si sólo lo hacen de vista o únicamente por reputación, o nada si no se conocen en absoluto.
A medida que vayamos escribiendo, aparecerán nuevos personajes, alguno de los cuales sólo interactuará con el personaje principal o con un secundario. Sin embargo, es recomendable incluirlo también en el mapa e ir actualizándolo constantemente para no perder la pista de nadie y tener una visión completa de la red que forman nuestros personajes.
Usemos el mapa para establecer los puntos en común, sus historias y lugares compartidos, los puntos en los que se diferencian o chocan…. De esta manera veremos un esbozo de los personajes, veremos si existen equilibrios entre sus fuerzas y si es necesario potenciar o añadir algún rasgo algunos de los que hemos desarrollado para la historia.
Definiendo los temas de la novela
Es posible que tengamos una idea, un punto de partida muy claro, pero todavía no sepamos qué temas se tratarán en nuestra novela. De hecho, es una situación que pasa muy habitualmente. Correcto, en este caso, también un mapa conceptual ayudará a definirlos y a saber hacia dónde podemos llevar nuestros personajes.
Apuntemos en el centro del mapa la premisa que tenemos en la cabeza. A partir de aquí podemos realizar un brainstorming con temas que pueden aparecer en nuestra novela. Cada tema que aparezca puede apuntar a nuevos subtemas que estén relacionados, o podemos descartar alguno ya pensado o, incluso, modificar el principal.
Lo más probable es que la mayoría de ideas no nos sirvan de mucho, y algunas serán bastante estúpidas, pero es importante que no nos censuremos y dejemos libre nuestra creatividad. Si apuntamos suficientes ideas, seguro que un puñado de ellas nos serán válidas.
Relacionando ideas y personajes secundarios
Una vez tengamos claros los temas sobre los que gira nuestra historia, podemos seguir usando mapas conceptuales para relacionar distintas ideas con los personajes de nuestra novela.
En cierta manera, los protagonistas y secundarios de nuestra novela personifican los temas que tratamos y las diferentes posiciones que se pueden tomar con respecto a ellos.
Imaginemos que nuestra historia trata sobre la muerte. Podemos apuntar los distintos puntos de vista o formar que puede llegar a tener. Por ejemplo, un personaje puede tener una concepción trascendental de la muerte mientras que otro puede verla como un motor para disfrutar la vida al máximo.
Cada personaje debe tener una razón para tener la postura que tiene. Una vez tengamos a los nuestros relacionados con un tema o posición, podemos dejarles que crezcan, quedando orgánicamente vinculados al pilar de nuestra novela.
Los mapas conceptuales nos ayudarán a encontrar las ramas por las que temas, personajes o tramas puede trepar hasta crecer y dar sus frutos. Pero debemos ir con cuidado con el concepto que escojamos para colocar en el centro. Si, por ejemplo, ponemos a un secundario en el centro de ese mapa, le estaremos dando una importancia que quizá no tendrá dentro de la trama. O, al revés, si queremos potenciarlo, es posible que eso nos ayude a agotar todas las opciones posibles que éste nos pueda ofrecer.
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