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Consejos para escritores noveles (V)

Consejos para escritores noveles (V)

[Lee la primera parte, la segunda, la tercera y la cuarta parte de este artículo, donde encontrarás los consejos del 1 al 20.]

 

Miramos la página en blanco y el cursor parpadeante nos devuelve la mirada. “Vamos, muchacho, escribe”, nos dice. Escribir no es fácil –igual lo puede parecer, pero no lo es en absoluto-, especialmente si estás empezando.

Hemos dedicado varias entradas a consejos para los primerizos, que se encuentran inmersos en la aventura de su primera novela (aquí puedes leer la primera parte,  la segunda, la tercera y la cuarta). Tanto si solo escribimos por afición como si tenemos la intención de publicar o autopublicar, estas sugerencias nos  pueden ayudar en la tarea de terminar tu libro.

 

21. Escribamos sobre lo que nos apasione

Uno de los primeros consejos que escuchamos los escritores es el famoso “escribe sobre aquello que conoces”. Y es cierto, ya que si no dominamos  el tema del que hablamos acabaremos realizando una bonita recolecta de tópicos. Sin embargo, no solo debemos conocer el tema de nuestra novela, sino que también nos debe apasionar.

Es posible que conozcamos muy bien la historia de nuestra ciudad pero que, realmente, lo que nos  atraiga sea escribir sobre el tráfico de armas en África, aunque desconozcamos el tema. Esto no nos debe frenar. El primer paso para aprender sobre un tema es nuestra atracción por el mismo y ese paso ya lo hemos dado. Vivimos en una época en la que la información está al alcance de todos, pudiendo contactar con expertos con gran facilidad.

 

22. Centrémonos en acabar el borrador

Uno de los primeros problemas que nos vamos a encontrar al comenzar a escribir es que nos podemos pasar horas perfeccionando un párrafo sin avanzar realmente en la historia. ¿Merece la pena perder tanto tiempo puliendo una frase cuando tenemos tanto trabajo por delante?

Cuando estemos escribiendo el primer borrador debemos centrar nuestros esfuerzos en acabarlo: ya habrá tiempo de corregirlo. A no ser que vayamos a tardar menos de un minuto en arreglarlo o hayamos cometido una incoherencia que ponga en tela de juicio toda nuestra historia, sigamos adelante. Debemos avanzar.

 

23. El primer borrador tendrá muchos errores: no nos rindamos

Precisamente por el argumento anterior, debemos ser conscientes de que nuestro primer borrador tendrá muchos errores, pero la prioridad debe ser acabarlo. El borrador de nuestra segunda novela contendrá menos fallos, y el de la tercera estará todavía mejor. Pero siempre hay una primera vez para todo y no siempre damos la talla como novatos. No suframos.  Quizá necesitará un gran trabajo de revisión, pero lo importante es la meta, no los pasos que hemos seguido.

 

Sea como sea, no nos debe desanimar porque habremos logrado el primer gran objetivo: pulida o sin pulir, ahí estará nuestra primera novela. Quién sabe, igual ese texto lleno de fallos y mal escrito en unos años tiene valor de coleccionista.

 

 

 

 

24. No nos tomemos las críticas a nuestra obra como algo personal

Nuestros escritos son nuestros bebés: han nacido gracias a nosotros y toda crítica hacia ellos puede sentarnos como una puñalada en el bajo vientre. Sin embargo, las críticas son especialmente útiles en el proceso de escritura de una novela.

Uno de los mejores termómetros para saber si vamos por el buen camino es enseñar lo que hemos escrito a otras personas. Pero es muy importante que estas sean sinceras y que sepamos que no nos van a dar una palmadita en la espalda y decir que está muy bien por miedo a herirnos.

Los comentarios que más nos pueden ayudar a mejorar son precisamente los negativos. No rechacemos ninguno por absurdo que nos parezca. Estudiémoslo y démosle vueltas. Quizá nos sean de ayuda. 

 

25. No tengamos miedo al “dijo”

La repetición de palabras puede ser estéticamente fea y necesariamente evitable. Sin embargo, siempre hay excepciones. Un error habitual es tratar de evitar repetir la palabra “dijo” en los diálogos y se recurren a verbos poco naturales como esputar, ladrar, inquirir o apuntar cuando un personaje dice algo.

El lector tiene la palabra ‘dijo’ muy interiorizada, y la lee de forma casi automática y sin reparar en ella. Al tratar de evitarla con piruetas léxicas sólo lograremos dos cosas: la primera es quedar como unos pedantes, y la segunda es recordar al lector que detrás de ese diálogo tan natural hay un escritor que las está pasando canutas exprimiendo el diccionario de sinónimos. Si nuestro protagonista dice algo, que lo diga. Con toda naturalidad. Recordemos, además, que el uso de narradores como el equisciente nos puede ayudar a elidir ese tipo de verbos en momentos en los que éste habla como el personaje. Para profundizar sobre este tema os recomendamos que leáis Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago. 

Las opiniones de la comunidad (1)

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  • Alberto González Gómez

    Alberto González Gómez - miércoles, 8 de junio de 2016

    Es genial este artículo, pues al final de todo, creo que he tratado de evitar algunos "Dijo" y francamente, me siento pedante al decir "apuntó" "agregó" y sin fin de Sinónimos, muchas gracias