Descripción
El jueves 18 de febrero no solo me aislé en mi habitación sino también en mi ser. Nunca me había sentido tan atrapada. Me sentía desolada, preocupada, ansiosa. Mi rostro era un mar tormentoso, en el cual cada lagrima derramada era como un rayo que caía sobre él y aumentaba su fuerza, su fiereza. Estaba sola. Sufría en mi bella habitación, aunque en ese momento solo la percibía como mi condena.
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