Descripción
El incesante golpeteo de mis pies contra el asfalto, el sol tocando mi piel y la brisa sobre mi rostro, dan una sensación de libertad única, trayendo a mi cabeza reflexiones de lo absurdo del mundo y sus tribulaciones; como si el propio oxígeno estuviera peligrosamente cargado de ellos.
Los vaivenes de mi mente me llevaron a divagar y preguntarme: ¿Dónde empezó todo? y aunque mi despertar a la adultez fue tardío, mucho antes de vivir una vida llena de responsabilidades, mi mente ya lo había hecho desde muy temprana edad, para decirme que vivía en una sociedad absurda, llena de reglas, obligaciones y exigencias que no eran lo que me identificaba en absoluto. Allí comencé a cuestionarme todo, las personas con las que vivía, las cosas que me decían, lo que me enseñaban y su forma de ver el mundo, allí despertó mi espíritu rebelde, indomable, salvaje y curioso, siempre con una pregunta por delante. : ¿Por qué?
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Era mi constante. Pero crecí en un ambiente donde nadie se cuestionaba, simplemente vivían la vida como les enseñaban, sin importar los motivos, no podía entenderlo ni aceptarlo, pero no encontraba a nadie que me diera esas respuestas que tanto necesitaba para darle sentido al sin sentido que era en ese momento la vida para mí. Incluso una de las personas que pensé podría intentar entenderme y ayudarme a encontrar respuestas, me dijo que no hiciera tantas preguntas, que querer saberlo todo no era bueno. Simplemente que viviera la vida sin complicaciones. Pero por lo visto, "complicación" es mi segundo nombre. La vida, el vivir y este mundo debían que tener un sentido, una lógica, una razón de ser, y yo tenía que saberlo, necesitaba saberlo, caminar a ciegas era para mí asfixiante y deprimente. Debí ser científico, pero las matemáticas y las fórmulas físicas no me resultaban fáciles.
Y ÉRASE UNA VEZ, LA DUDA EXISTENCIAL INICIÓ UN LARGO CAMINO HACIA EL DESPERTAR
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