Descripción
Antes de que el clima comenzara a impactar las actuales sabanas del levante africano y los movimientos tectónicos comenzaran a dejar sus cicatrices sobre los suelos modificando la fisiografía, los primates de entonces vivían sosegados encaramados en las ramas de los árboles, masticando las hojas o tratando de alcanzar un fruto suculento, pero al mismo tiempo, oteando muy atentos el horizonte y vigilando por si algún clan osado de machos adversarios anduviera acercándose en forma sigilosa por la llanura con intenciones de perturbar su tranquilidad, o aspirando una hembra del “harén”. Cuando no, cuidándose de que algún depredador no estuviese acechando por entre la maleza o detrás de cualquier matorral para atrapar un incauto y podérselo almorzar…
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