Descripción
Estamos anegados en lo pantanoso que supone el protagonismo de una pandemia, que, al instaurarse, quedó claro como la enfermedad se convierte en un factor colectivo (de hecho, cualquier enfermedad siempre lo es, aunque su influjo sea más paulatino).
La condición con que rompo al silencio, consiste en que la enfermedad-muerte obedece en todos los casos al accionar de sustratos biológicos que pueblan al cuerpo del hombre, es decir: baterías, virus y gérmenes. No pueden erigirse otras razones de muerte más que el accionar de la VM (vida microscópica).
Una enfermedad se trata de la máxima intensificación del obrar de esas capas biológicas que saquean a las células originales (y a las fuerzas a las que estas responden), y la llevan a una situación límite en la que se produce el asedio de la fuerza original. Reclamo la atención para decir que la muerte no se origina de una fuerza externa o en sí misma, sino que surge como resultado de la instalación y desarrollo de sustratos biológicos disruptivos. Los autores de la muerte no son las fuerzas destructivas per se, ya que estas tienen su función en sí mismas, es decir, nunca se saldrían de sus centros para enquistarse en un individuo. No ocurre lo mismo con la VM que para existir requiere de otra vida.
Análisis filosófico, 6 páginas..
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