Descripción
En la antigüedad la tierra era dominada por el abismo, sumergida en penumbras y escases solo los más fuertes sobrevivían.
Criaturas tan antiguas como el cosmos deambulaban sin rumbo sobre la tierra consumiendo todo a su paso. Los dioses, seres caprichosos y omnipotentes observaron aquel lugar quedando fascinados por la resiliencia de las especies nativas.
Por voluntad los dioses atentaron contra el abismo, creando así al padre sol, una estrella bendita que laceraba con su infinita calidez a los indignos herederos de la oscuridad, pero ello no fue suficiente, pronto se darían cuenta que el abismo era incontenible y que su apetito era insaciable, capaz de devorarlos a ellos por igual.
Así con el tiempo comenzó una nueva era, la antigua tierra padecía entre ambas fuerzas, una obscuridad perpetua que deseaba consumirla, y un destello de divinidad que deseaba purgarla.
El final de la era fue marcada por un frágil y endeble ser, quien sin importar cuantas veces estuviese al borde de la extinción su legado se alzaba sobre las cenizas… los humanos; ellos perduraron como marginados, y se asentaron por varios siglos en completa soledad, vagando y sobreviviendo a las inclemencias del abismo. Los dioses sintieron curiosidad por esta especie primitiva y su implacable sed de conquista, por lo que pactaron acogerlos en la misma guerra contra el abismo. Y así fue como los dioses enviaron a sus trece heraldos, seres divinos creados a la semejanza del hombre para guiarlos en su cruzada, con el tiempo los heraldos se convirtieron en reyes, edificando bastos reinos que servían como refugio a los desamparados, esparciendo así el mensaje divino de sus dioses por toda la tierra, quienes por afán decidieron confinar al abismo.
Pero aun ni en su infinita omnisciencia los dioses se percataron del gran erro que habían cometido.
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