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Los adjetivos en la novela

Los adjetivos en la novela

Uno de los errores más comunes de los escritores novatos consiste en cargar excesivamente sus textos con adjetivos. Las cabriolas lingüísticas suben la calidad de nuestros textos, pero mal empleadas o en exceso son contraproducentes. No nos disparemos en nuestro propio pie: medir y afinar con los adjetivos que usemos nos convertirá en buenos escritores.

Menos es más. Más no significa mejor. Tatuémonos en nuestras retinas de escritores estas máximas. Las descripciones deben ayudar a definir las imágenes mentales que el lector se crea de las escenas pero nunca deben ralentizar el ritmo narrativo. ¿Cómo e consigue eso? Veamos:

 

Tu propio estilo:

Enrique Páez, en Escribir, manual de técnicas narrativas nos dice: “si quieres contar algo a través de un relato, tu escritura, tono, registro, estilo y actitud ante la historia debe ser lo más naturales, directos y trasparentes posibles.” Como la mayoría de los que aparecen en este manual, este es un gran consejo. Debemos buscar la naturalidad de nuestros adjetivos.

Fijémonos en cómo un amigo cuenta una anécdota en voz alta. ¿Qué adjetivos usa? ¿Cómo y dónde? Es evidente que la narrativa escrita es diferente, pero este ejercicio nos puede ayudar a, justamente, empezar a ver lo que es natural y lo que no lo es.

Todo ello se debe enmarcar en el contexto de nuestro estilo. Decidiendo cuántos y cómo colocamos los adjetivos en nuestra novela, estamos empezando a definir nuestra huella dactilar como escritores. Por un lado, al redactar, fijémonos si lo que estamos contando se entiende con menos palabras. Luego, en la revisión de la novela, veamos si aún podemos quitar algún que otro adjetivo o, al revés, si debemos mejorar y adornar algo nuestros textos. En este sentido, Stephen King dice en su libro Mientras escribo lo siguiente: “en mi caso, cuando veo más oportunidades de embellecer y adornar es después de haber cumplido con mis deberes básicos como narrador”.

 

 

 

 

Los adjetivos pueden aportar ritmo

Los adjetivos no solo aportan elementos descriptivos. También pueden aportarnos ritmo a la narración, pues describen estados o situaciones de los protagonistas. Veamos esta frase: “La camarera veloz” no solo nos cuenta cómo es esa camarera, sino que también nos da una idea de cómo se estará moviendo en las acciones que protagonice. “La camarera veloz servía el café a los miembros del comité”. Ciertamente, en esta frase, conseguimos dos objetivos con una sola palabra: por un lado describe al personaje y, por otro, nos evitamos el uso de un adverbio para contar cómo realiza la acción este personaje.

Tal y como comenta Silvia Adela Kohan en Para escribir una novela, toda aquella descripción que conduzca y dirija parte de la acción nos evitará pausas innecesarias en nuestras narraciones. En ese sentido, es buen describir a los personajes a través de sus acciones y complementarlas con los adjetivos necesarios. No es lo mismo decir: “María era impulsiva” que “María no aguantó más y cortó sin permiso las molestas ramas que invadían su patio”. En ésta segunda oración eliminamos el adjetivo impulsiva que se sobreentiende en el subtexto de la oración y añadimos el “molestas” justo para describir las ramas y su impacto en la vida de María. 

 

Atmósferas

Para acabar, y tal y como nos cuenta Alberto Marcos, escritor y editor de Plaza y Janés, en su curso cómo empezar a escribir, los adjetivos sirven para crear atmósferas. Pero no lo contaremos nosotros: dejaremos que sea él que os comunique esta característica de los adjetivos. 

 

 

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