Hace unos meses compartimos dos artículos cargados de consejos para escritores noveles. Hemos querido reemprender esa estela pues, muchas veces, son estos trucos los que nos sacan de los apuros literarios o de la temida hoja en blanco. Es más, todo aquel que lea este artículo y quiera compartir sus recursos como escritor… ¡Os invitamos a compartirlos en los comentarios de esta entrada!
Ver la primera y la segunda parte de este artículo.
11. Cambiemos nuestra rutina
Dicen que programamos nuestro cerebro para que realice tareas automáticas. Obvio, si cada día tuviéramos que pensar cómo vestirnos, invertiríamos demasiada energía en ello. Nos levantamos, escogemos la ropa y nos la colocamos instintivamente mientras, seguro, pensamos en otras cosas. Como ésta, muchas de las actividades del día a día las hacemos sin pensarlas.
Cambiemos algunas rutinas y, sobre todo, fijémonos en esos cambios. Por ejemplo, si cada día vamos a coger el coche o el transporte público por la misma calle, cambiemos de calle. Si cada día comemos en el mismo sitio a la misma hora, cambiemos esas dos variables. Y observemos. ¿Qué sucede? ¿Qué tipo de personas nos rodean? ¿Cuáles podrían ser sus historias? A veces, los pequeños cambios pueden traernos grandes inspiraciones.
12. Busquemos lo inusual en lo cotidiano
Siguiendo con la misma dinámica, observemos nuestro mundo. Está cargado de rutinas, de desempeños y de normalidad. O no. En medio de todo lo que hacemos, se esconden momentos inusuales. Busquémoslos.
Démonos cuenta de ese día en el que el cartero se equivoca y pone en nuestro buzón una carta manuscrita dirigida a nuestro vecino. O el día que, sin darnos cuenta, nos ponemos dos calcetines diferentes. O ese momento en el que alguien, por la calle, nos confunde con un familiar suyo.
Nuestro día a día está lleno de micromomentos que pasan desapercibidos, que olvidamos, pero que pueden ser el origen de grandes historias. ¿Y si esa carta está escrita por un exsoldado nazi y dirigida a su nieto que ignora ese pasado? ¿O si tenemos un gemelo y esa persona que nos confunde por la calle le conoce nos pone en contacto?
13. Juguemos con los contrarios
Los polos opuestos se atraen, hemos oído muchas veces. Pues cambiemos el refrán: los polos opuestos traen nuevas ideas. ¿Por qué? Pues porque es un recurso muy socorrido. Fijémonos: escojamos un elemento cotidiano como los descritos hasta el momento (por ejemplo, ir a coger el autobús) y añadamos la aparición de un elefante rosa. O la llegada a la oficina de un empleado que, al entrar, en vez de mesas se encuentra un jardín botánico. O algo tan sencillo como juntar en un espacio concreto (un ascensor) a dos personas completamente diferentes que en otro contexto jamás se hubieran encontrado. Juntar dos ideas o conceptos contrapuestos y escribamos una historia.
14. Los objetos de nuestra vida
En el fondo, somos seres materiales. Tenemos, si hemos tenido suerte, una casa, una habitación, unos zapatos, una cartera, libros, mesas… todos estos objetos son de una manera u otra en función del lugar donde hemos nacido, nuestra educación, poder adquisitivo… Y todos damos un valor concreto a nuestros objetos. Unos los cuidaremos más que otros, unos los compartiremos y otros jamás…
Pensamos en el Rosebud de Ciudano Kane, ese magnate que, al morir, emite una palabra que resulta (SPOILER) ser un trineo de su infancia. Por ello, una manera de crear personajes más verosímiles y dar materialidad a las historias es pensar los 5 objetos que nuestros personajes salvarían en caso de incendio y darles una cierta notoriedad, al menos a uno de ellos, en la tramas. ¿En qué objeto pensaría nuestro personaje antes de morir?
15. Refranes, canciones y mundo cultural de nuestras historias
Muchos de nosotros hablamos de hobbies al definir a nuestros personajes. En las fichas o en las descripciones, ponemos algo así como “gustos: la música y el cine”. A muchos escritores noveles nos cuesta crear un mundo tangible que transmitir. Nos creemos que lo hacemos. Pero, en lo concreto pasa la veracidad de nuestras historias.
Por todo ello y, a pesar de que con el tiempo y la experiencia nos saldrán solos, definamos qué refranes dicen nuestros personajes (incluso los que nunca dirían y por qué), qué canciones escuchan y por qué son importantes para ellos, qué pintores les gustan (si es que les gusta la pintura), en qué momento quedaron cautivados por ellos… Toda la información que podamos pensar sobre el imaginario de nuestros personajes y que podamos añadir a la trama incluso en los momentos más claves, engrandecerán nuestra historia.
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