Terminamos febrero dedicando la semana a los personajes. ¿Empezamos?
Dice Silvia Adela Kohan en Para escribir una novela sobre los personajes secundarios: “Los secundarios pueden tener una mayor o menor importancia, pero aunque solo participen unas pocas veces, deben ser igualmente creíbles”. Ay, esta afirmación es una arma de doble filo. Si deben ser igualmente creíbles, ¿debemos dedicarles el mismo tiempo de creación que a los principales? Vayamos por partes.
Los personajes secundarios son aquellos que tienen menos peso en la historia y que acompañan al protagonista. El eterno amigo, compañero, obstáculo, mago, romance secundario… del o la protagonista.
Nos comenta Enrique Paéz en Escribir, manual de técnicas narrativas: “Los personajes secundarios no son decorativos. Su presencia hace real y verídica la historia del protagonista, pero si su desaparición no afecta a la historia central, entonces sobran”. Ergo, son vitales para la historia. Así pues, puede que su peso no sea muy grande dentro del global, pero deben tenerlo.
Si repasamos lo leído… deben ser igual de creíbles, acompañar al protagonista y tener cierto peso. ¿Cómo se mide eso? Primero, debemos tener clara la historia principal. Si la logramos, veremos qué personajes necesitamos para contarla y el peso que éstos deben tener. Cerrada la historia principal, podemos valorar si necesitamos dotar a esos secundarios de argumentos menores. Veamos, contamos la historia de un guerrero romano. Su fiel ayudante, ejecuta el papel de consuelo, de ayuda en momentos difíciles, el toque humorístico… pero también puede tener un papel más activo en la trama: quizá, intentando proteger a su amigo, esconde quién es la identidad de su padre, interviniendo de una manera clave.
Llegados a éste punto nos detenemos para ver cómo podemos usar las tramas menores de estos personajes en la historia. Quizá queremos contar las relaciones amorosas en esa época y le creamos un amor secreto e imposible. Sí, nos servirá para hablar de ese otro tema pero, si lo relacionamos con la trama principal, mejor que mejor. Quizá es su amor quién hace entrar en razón y le pide que le cuente la verdad sobre su padre al protagonista.
Son mucho más importantes de lo que nos pensábamos, ¿verdad? Entonces, ¿cómo los construimos?
Trucos para construir a los personajes secundarios
- Construyámoslos como a los principales, pero démosless el espacio requerido para que no se coman la historia y mantengan su rol de secundarios. Eso significa que debemos pensar en su pasado, en su físico, en su carácter y definirlos todo lo que podamos antes de escribir una palabra.
- Nos escatimemos en detalles: los secundarios deben estar igual de descritos que los protagonistas o, al menos, en nuestra cabeza. Si los tenemos claros descriptivamente, luego podemos obviar toda aquella información que podemos llegar a considerar innecesaria de una manera más sencilla y en beneficio de la obra.
- Pueden ser redondos o planos. Decidamos si evolucionan o no en función de su peso real. De hecho, si queremos que evolucionen y sean redondos, es posible que necesitemos crearles una trama menor para justificar ese cambio.
- Añadámosles una característica propia que los dote de personalidad y justifique su carácter: desde el clásico “que sea cojo” a toda las características físicas y psicológicas que os podáis imaginar. ¿Tiene algún trastorno psicológico? ¿Tiene mucho dinero y eso lo convierte en un soberbio? ¿Tiene alguna fobia evidente que le dificulta su día a día?
Como vemos, los personajes secundarios pueden hacer crecer nuestra historia y elevarla hasta lugares insospechados. ¿Nos atrevemos?
Para terminar, otra pregunta. ¿Nos cuentas cuál es tu personaje secundario favorito y por qué?
Reyes Saúl Bak Poot - martes, 23 de febrero de 2016
Los que acompañan y ofrecen soporte al personaje central, bien para animarlo o para ser factor obstáculo para la conquista del clímax narratologico
RE:
megustaescribir - viernes, 26 de febrero de 2016
Gracias por tu intervención! Un saludo.