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Estilos narrativos: El estilo periodístico

Estilos narrativos: El estilo periodístico

Los escritores y periodistas siempre hemos tenido una relación especial. Ambos intentamos contar historias. Los periodistas trasladan la realidad al lector a través de unos hechos que han ocurrido. Los escritores también trasladamos la realidad al lector, aunque sea a través de hechos ficticios. No es de extrañar, por tanto, que grandes de la literatura universal como Truman Capote, Gabriel García Márquez o Ernest Hemingway hayan practicado también el periodismo.

De la misma forma que muchos grandes periodistas han incorporado elementos literarios a sus crónicas, como John Reed en 10 días que estremecieron al mundo, incorporar elementos del estilo periodístico a nuestro relato pueden aportar sensaciones que una expresión más literaria no lograría.

Se trata de una forma de escribir característica de la prensa, expositiva y sin valoraciones explícitas, marcando una cierta distancia con los hechos y un tanto impersonal (evidentemente nos referimos únicamente a las noticias, otros géneros periodísticos como la columna, artículos de opinión o la crítica pueden tener una forma muy diferente).

 

Para qué puede servir usar el estilo periodístico en un relato de ficción

El lector actual está muy acostumbrado a al estilo periodístico y lo relaciona de forma rápida con algo que ha ocurrido en la realidad. Esto puede ayudar a dar una mayor sensación de realismo a nuestro relato, algo que puede ser muy interesante en géneros como la novela negra o incluso la ciencia ficción.

En Guerra Mundial Z Max Brooks nos narra un apocalipsis zombi a través de entrevistas a diversos supervivientes de distintos puntos del globo. Con este estilo no solo nos ofrece una visión sobre un tema que ha sido ya mostrado hasta el aburrimiento, sino que también logra que todos los cambios sociales, económicos y políticos que expone nos resulten tremendamente realistas.

El uso del estilo periodístico también puede ser usado con fines cómicos: por ejemplo si nuestra historia es loca y descerebrada, el contraste con la exposición fría del estilo periodístico puede actuar como una caja de resonancia para destacar el absurdo de esta.

 

La pirámide invertida

Además de ser un estilo directo y expositivo, el estilo periodístico destaca por el orden en el que expone los hechos, respondiendo las preguntas más importantes al principio y dejando los detalles y la información contextual para más adelante. A esto se le llama la pirámide invertida.

Al contrario de lo que ocurre con una novela o un relato literario, en periodismo el objetivo no es que el lector acabe de leer el artículo, es informarle. Por eso se debe responder las 5 “W” (su denominación en inglés) en los primeros párrafos: Qué, cómo, cuándo, quién, dónde y en la medida de lo posible el porqué.

El tener que responder estas preguntas lo más rápido posible puede ir en contra de nuestros intereses como escritores. Si queremos mantener la intriga, la pirámide invertida nos obligaría a desvelar quién es el asesino al poco de arrancar.

Pero en Crónica de una muerte anunciada Gabriel García Márquez nos demostró que no es necesario guardarte la resolución en la manga hasta el último momento. “El día en el que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5,30 de la mañana para ir a ver el barco en el que llegaba el obispo”. En la primera frase ya nos desvela cómo acabará todo, y sin embargo la novela mantiene la tensión gracias a su riqueza, a los personajes y al retrato que hace del pueblo en el que se desarrolla.

 

 

 

 

Una narración diegética

El hecho de que recurramos al formato periodístico tiene una consecuencia en el mundo de nuestra historia, y es que la propia narración es diegética y forma parte de este universo. Esto tiene una serie de consecuencias, la primera es que todo lo que expliquemos saldrá de la esfera privada de nuestros personajes y será público. Si, por ejemplo, en la historia nuestro protagonista es infiel a su pareja, el explicarlo como una noticia implica que todo el pueblo lo sabrá, con las consecuencias que eso pueda tener.

Además, debemos tener muy en cuenta que el periodista que escribe la narración debe haber tenido acceso a la información, por lo que debemos dejar claro –ya sea de forma implícita o explícita, con una mención directa a la fuente- cómo lo ha hecho. Una historia que ocurre en una isla desierta y en la que nadie sobrevive no tendría mucho sentido en formato periodístico, a menos que quieras jugar precisamente con ese sinsentido.

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