Siempre pensé que había todo un mundo rico y fértil en mi cabeza que me mantenía en un estado constante de distracción y ensimismamiento. Con el tiempo le puse nombre: bienvenidos a mi burbuja.
Los libros fueron un puerto seguro, incluso antes de saber leer. Debía tener una memoria prodigiosa (me gustaría saber a dónde se fue), porque podía recordar cualquier cuento que me contasen y recitarlo una y otra vez a mi familia, amigas o compañeros de clase de parbulario. Tenía tantos libros de cuentos como domingos había ido a visitar a mis tios —La librería del comercial donde vivían siempre estaba abierta, y mi madre nunca supo negarme ese capricho—.
Era terca con la lengua, al punto de autoimponerme tareas de castigo cuando cometía faltas de ortografía —me costó dos mil repeticiones fijar el orden de v/b en “verbo”—. Y sí, también soy de las que tiene la insoportable costumbre de corregir a los demás. Ojalá todos lo tomasen con tanta deportividad como Guillermo, mi sobrino de seis años.
Entre cuentos, palabrejas y aquella necesidad de narrar, terminé con un trabajo de periodista en una emisora local de radio. A esto he dedicado los últimos doce años de mi vida. Aquí he descubierto que el papel no es el único soporte donde me gusta contar cosas.
El hábito de leer se ha convertido en pulsión; las novelas de Lindsey, Quinn, Howard y tantas otras, me han arrastrado a la adicción; las historias que pueblan mi mente han tomado vida propia y piden vía libre.
Autores favoritos: Julia Navarro, Julia Quinn, Kate Morton, Laura Kinsale, Lisa Kleypas, Sarah Maclean, Tessa Dare, Johanna Lindsey
Géneros favoritos: Novela romántica y erótica, Novela contemporánea, Novela histórica
