Escritoras y escritores! Mi nombre es Maite Cabeza y soy coach en Mallorca. Cuando te enfadas, ¿eres de los que aporrean el teclado? ¿o de los que se bloquean? Hay muchas maneras de demostrar el enfado, y a veces las formas desvían la atención del contenido. Pero no nos quedemos atrapados en el envoltorio, para transcender los enfados debemos fijarnos en la valiosa información que nos está proporcionando esa desagradable emoción.
¿TE SIENTES IDENTIFICADO?
El enfado está directamente relacionado con las expectativas creadas. Pongamos algunos ejemplos para entenderlo mejor:
- Ha llegado la fecha que te marcaste y no has conseguido acabar ni siquiera la mitad de lo que te habías propuesto escribir. Te has vuelto a fallar a ti mismo y tu vocecilla interior comienza a decirte cosas muy poco agradables sobre tus habilidades como escritor. Los nervios se te crispan. Lo que queda del día discutes con todos aquellos que tienes cerca y todo lo que intentas hacer te sale mal. Sabes que estás siendo injusto pero no lo puedes evitar.
- Llevas un tiempo considerable y un gran esfuerzo escribiendo tu último libro. Una vez acabado lo envías a varias editoriales para que la publiquen. Después de un tiempo prudencial llamas para saber que han decidido, su reacción no ha sido la que esperabas. Te sienta como un tiro. Empiezas a sentir un calor que sube por tu cuerpo y subes el tono de tu voz. No quieres que se te note el enfado y tienes que hacer un gran esfuerzo para no descargar en la persona que te está atendiendo. Tomas una decisión drástica, aunque afortunadamente temporal, no piensas escribir más en tu vida.
- Ya sea por nosotros mismos o por otros, no siempre conseguimos aquello que esperamos. El enfado no es más que el indicador de que algo nos ha sentado mal. Es hora de revisar o bien nuestras expectativas o bien los límites que debemos poner con los demás.
REVISANDO EXIGENCIAS Y EXPECTATIVAS
Marcarnos objetivos está bien, siempre y cuando los vivamos como un indicador de la ruta que queremos tomar, y no como una verdad a vida o muerte. No conseguir las expectativas que nos proponemos se puede deber a diferentes factores: puede que el objetivo no sea realista o que proyectemos una imagen idealizada de nosotros mismos. En todo caso, siempre podemos reubicarlas.
La necesidad de control es otro de los motivos que nos llevan al enfado. Que nuestra pareja, hijo, jefe, editor o quien sea no haga lo que nosotros esperábamos que hiciera nos puede poner granates. De la misma manera, cuando nosotros no conseguimos lo que nos marcamos nos altera de manera exagerada. No podemos controlar todo lo que nos ocurre (y demos gracias por eso, porque hasta nosotros podemos equivocarnos). Aprender a ser más flexibles es una herramienta clave para vivir con mayor paz y serenidad.
LA CLAVE: LA ACEPTACIÓN
¿Puedes cambiar algo de lo que ha ocurrido? Si la respuesta es sí, ¡cámbialo! y sigue adelante. Si la respuesta es no, ¡acéptalo! y sigue adelante.
El mayor perjudicado del enfado eres tú mismo. El resultado a un estado de enfado continuo es el deterioro de las relaciones, de la realidad y de la salud. Por eso es recomendable, incluso necesario, canalizar los enfados para que no sean cada vez más fuertes y frecuentes (cuando entras en el bucle del enfado te enfadas con todo, en la cola del super, con tu hijo, conduciendo...).
Vacía el recipiente del enfado de vez en cuando.
Cuanto más ligero sea más cosas bonitas cabrán dentro de ella.
Las opiniones de la comunidad (0)
Regístrate o haz logon para añadir un comentario.